¿Quién fue el que halló el diamante más grande de Guayana?
El Indio Solano, Támbara o Barrabás
Especial para El Progreso
Rafael “Chino” Velazquez
C.N.P. 24.420
La historia está llena de capítulos en los que sus
protagonistas quedaron compensadas en riquezas y posiciones sociales, unos más
que otros, pero al final de cuentas, la posteridad ha contribuido a descifrar muchas
contradicciones.
Aventuras inverosímiles de hombres y mujeres que en el siglo
pasado, fueron artífices de episodios, incidentes y sucesos que marcaron pauta
en la inmensa y misteriosas selva guayanesa, bañada por innumerables ríos de
ignotas fuentes que lo atraviesan. Hombres inquietos que perdían el rumbo de un
camino incierto, esperanzados en descubrir una buena mancha de purgo, un rico
filón de oro, o diamante del Caroní.
Guayana era sin lugar a dudas la tierra milagrosa, donde una
noche cualquiera se echaban los dados y todos los hombres intrépidos querían
ser la partida.
Época del aquel Tumeremo
fogoso, donde las fiestas, los bailes y las parrandas, eran centro de atracción
en medio de una noche encendida, a la luz de una lámpara de carburo, cuyo rayo
incandescente alumbraba el salón o garito donde se desarrollaban momentos
alegres, y lúgubres en otras. Lo cierto es que muchas de esas personas se
quedaron en Tumeremo, unos por el cariño y otros tras un trágico o triste final.
El hombre por su innata naturaleza busca afianzar en forma
rápida la subsistencia de su propio ser e igualmente el de su entorno familiar.
Muchos hombres se encumbraron en los subrepticios de la Guayana, en busca de
una fortuna rápida. Esa Guayana, cuya palabra mágica, enardecía las apetencias
de lograr un buen filón de oro.
Rafael “El Indio”
Solano
Rafael “El Indio” Solano, era nativo El Manteco, llego muy
joven a Tumeremo, junto con su hermana Luisa Solano y su sobrina Rosa Solano,
hija de Luisa, donde establecieron su residencia en la calle Junín, hoy avenida
Las Tres Rosas. Luego el Indio Solano contrajo matrimonio con María “Tatica”
Garrido.
Por su parte, Jaime Teófilo
“Barrabás” Hudson, llegó del vecino pueblo de El Callao de donde era oriundo,
haciendo vida marital con Luisa Solano y conviviendo en la misma residencia de
su cuñado el Indio Solano.
Mientras tanto Barrabás
se dedicaba a realizar trabajos de albañilería y con ello paliar su menguada economía,
pero eran pocos los trabajos que podía realizar, motivado a que esta profesión
no le producía lo suficiente para resolver los problemas familiares.
Tumeremo era conocido por su ganadería, agricultura y el
trabajo del balatá, como fuentes principales de ingresos económicos. Además,
Tumeremo contaba con fábricas de jabón, velas, aguardiente, talabartería,
heladería y una gran producción de casabe y panela de papelón.
Muchas de estas personas venidas de otras tierras se
establecieron en Tumeremo, donde formaron empresas, y otros se dedicaron a la
explotación del balatá y la minería.
Es así como Rafael “El Indio Solano”, sus hermana Luisa, la
joven Rosa, Rafael Vera, Israel “Tambara” Pacheco, hombres curtidos y
conocedores del trabajo minero
incursionan en la mina del alto Cuyuni, en búsqueda del precioso metal que les
cambiara la vida de una vez por todas.
¡Reventó una bulla de
Oro en El Polaco!
En Tumeremo, la noticia corrió como pólvora….que en el Polaco
están agarrando oro y diamante como arroz!
.Ni corto ni perezoso, el indio Solano, conformó un grupo de amigos
mineros para viajar al polaco y probar suerte.
Éstos mineros fueron: Israel “Tambara” Pacheco, “Barrabás”, Rafael
Vera, América Velázquez, el propio Rafael “El Indio” Solano, y Saturnino
Lizardi. Una vez que llegaron al polaco, el grupo se dividió en dos, el Indio
Solano, y Támbara, se ubicaron en un terreno seleccionados por ellos; igual lo
hicieron Rafael Vera y América Velázquez, (mis padres, testigos presenciales de
este hecho). En vista de que se había agotado el bastimento, ese día Barrabás, se fue a Icabarú a diligenciar la
compra de alimentos.
¡El hallazgo!
Eran aproximadamente las once de la mañana, del día 10 de
octubre de 1941. La faena comenzó a muy tempranas horas 1941. El corte, así le
llaman en el argot minero el sitio de trabajo. Ubicados, Tambara, con la pala
vaciaba el material arenoso en la suruca, que manipulaba El Indio Solano,
quien pacientemente, comenzó a girar de
un lado la suruca, cuando observa una piedra de cierto tamaño, y le dice a su compañero,
Tambara, parece un diamante, a lo que este le responde, no me parece, de
seguida llamaron a los otros compañeros Rafael Vera y América Velázquez, y a
Saturnino Lizardi, quienes trabajaban a
un lado, los tres compañeros llegan a la conclusión de que se trataba de un
enorme diamante.
Una vez que “Barrabas” regresa de Icabarú, se encuentra con
la noticia del hallazgo del diamante. Ese mismo día acordaron regresar a Tumeremo,
para negociar la preciosa piedra. Los socios “Tambara” y “El Indio” Solano,
autorizaron a “Barrabas”, para que hiciera los tramites con respecto a la venta.
De Tumeremo a Caracas
Una vez en Tumeremo, Barrabás, fue asesorado por el señor Gilberto
Daly, quien fungía en el pueblo como tenedor de libros, (figura de contador),
le propone que lo más conveniente era trasladarse a Caracas y negociar el
diamante. El famoso diamante tenía una medición de 2.43 centímetros de ancho y
3 de largo, pesó 154 quilates, el cual le etiquetaron el nombre de Libertador.
Gilberto Daly, una vez en caracas, contactó a una empresa
especialista en compra de piedras preciosa la casa Harry Winster, empresa esta,
que hizo un gran negocio con el diamante. Lo cierto es que “Barrabas”, llego a
retratarse junto al Presidente Isaías Medina Angarita.
En Ciudad Bolívar, alquiló un vehículo, y una tarde llegó a Tumeremo.
En la entrada del pueblo, fue recibido con música, y fuegos artificiales. Días
de farras y jolgorios. “Barrabas”, el hombre rico, alegre y bonachón, disfrutó al
extremo. Se olvidó de sus compañeros, y abandonó a su mujer de infortunio Luisa
Solano. Barrabás, jamás regresó al hogar de la familia Solano.
Rafael “El Indio” Solano, fue el verdadero minero que
efectivamente halló el diamante, y su compañero “Tambara”. Estos dos hombres,
que por designios de la vida, fueron los prototipos de tener en sus manos el
diamante más grande que la historia haya conocido, quedaron relegados a la más mínima expresión del olvido, y por consiguiente,
la suerte les fue adversa, nunca pudieron disfrutar los manjares que produjo la
inmensa fortuna que les había deparado el destino.
A “Barrabás”, el dinero le llegó a manos llenas, pero el
vicio y la vida descontrolada lo llevaron a la ruina. Jaime “Barrabás” Teófilo
Hudson. Él hombre fuerte, fibroso, alto (de casi dos metros), con la piel
curtida por el duro trabajo de la minería, y agotadas su fuerzas físicas, optó
por retirarse de esa duro trajinar que personifica la minería.
Ya sin recursos económicos, y con el apoyo del comerciante
José Valor, Barrabas apertura un negocio en Icabarú, dedicándose a la venta de
cervezas y licores. Con el tiempo liquida este negocio, se traslada para El
Dorado. En la calle llamada barrio Loco,
instaló un pequeño negocio que se dedicaba a la a la misma razón social: venta
cervezas y aguardiente.
Posteriormente cerró aquel establecimiento de bebidas
alcohólicas, mudándose para Tumeremo. Nuevamente estableció un nuevo comercio con
las características ya nombradas, venta de cerveza y aguardiente “La Fortuna”,
el cual estaba ubicado al final de la calle El Dorado.
“Barrabás”, pobre y sin
recursos muere en el hospital de Upata
Barrabas comienza a padecer diversas
enfermedades que fueron minando poco a poco su débil y menguada salud, postrado en una cama y sin recurso para
poder aliviar sus males. El 02 de junio de 1992,a las ocho de la mañana, muere
en el hospital Gervasio Vera Custodio, de Upata, Municipio Piar del Estado
Bolívar. Fueron pocos los amigos que asistieron a su velatorio. Sus restos
fueron sepultados en el cementerio municipal de Tumeremo